Gad
Pero el profeta Gad le dijo a David: No te quedes en el refugio. Es mejor que regreses a la tierra de Judá. Entonces David se fue de allí, y se metió en el bosque de Jaret. 1 Samuel 22:5.
Los hombres valientes sienten miedo. Los hombres prudentes no se exponen innecesariamente. Los hombres religiosos obedecen la voz de Dios.
David tiene las tres características. No podemos dudar de la valentía del joven David, el matador de gigantes, el pastor que defendía a sus ovejas de los ataques de los lobos, los osos y los leones. Pero, el hecho de ser valiente no significa que no sintiera miedo.
En este momento, está escondido en la cueva de Adulán. El cuartel general del ejército revolucionario comandado por David era una cueva. Los hombres de Dios, cuando se sienten desanimados, confusos o con miedo, buscan lugares sombríos, como una cueva, para esconderse.
En la antigüedad, las cuevas eran usadas como sepulturas. Abraham sepultó a Sara en una cueva; Lázaro salió de una cueva cuando Cristo lo llamó de la muerte. Definitivamente, no es lugar para cristianos vivos. Para estar en una cueva espiritual, debemos tener algún problema grave. La buena noticia es que Dios nos busca aun en las cuevas. Eso hace con David, a través del profeta Gad. Los hijos de Dios no fuimos creados para habitar en cuevas.
David sale de la cueva, pero no va al palacio del rey Saúl para ver qué pasaba. Una cosa es obedecer la voz de Dios y otra, bien diferente, arriesgarse sin motivo ni necesidad al peligro.
Por más que David ya tiene a cuatrocientos soldados acompañándolo, el rey continúa siendo Saúl, y sigue estando enojado no solo con David sino con todos aquellos que lo ayudan. Por haberlo hecho, el sacerdote Ajimélec y toda su familia -menos su hijo Abiatar- fueron muertos.
En la batalla espiritual, los soldados valientes son prudentes, cuidadosos y cautelosos. Ellos no huyen de la guerra, pero tampoco buscan deliberadamente enfrentarse al enemigo.
David obedece la palabra del profeta Gad por más que el refugio, a pesar de todos sus problemas, era un lugar seguro; incluso para esconder su miedo. El plan divino para sus hijos no incluye cavernas. Dios no nos quiero en cuevas. Pero puedes quedarte tranquilo, él te busca allí, también.
Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2014
“365 Vidas”
Por: Milton Betancor
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