Reflexiones para tí.

Una obra humanitaria I

Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas. Mateo 22:37-40.

¿Qué es, en su esencia, el cristianismo? ¿Cuál es su valor máximo? En las palabras de nuestro texto de reflexión para hoy, Jesús condensa el sentido último de la Revelación y de la vida cristiana: el amor. Un amor en sentido vertical, que tiene en cuenta a Dios como su objeto supremo; y un amor en sentido horizontal, que tiene indefectiblemente también como objeto a las personas que nos rodean.

Si bien es cierto, el apego a las doctrinas es muy importante en la vida cristiana, porque ellas son las que nos informan correctamente sobre quién es Dios y cuál es su voluntad para nuestra vida, y las que forman nuestra conciencia y contribuyen a la obra del Espíritu Santo para transformar nuestro carácter, el fin último de la vida cristiana es un fin práctico: que seamos personas llenas de amor, de un amor no meramente poético sino concreto, real, siguiendo el ejemplo de nuestro Señor Jesucristo. Es este amor lo que demuestra, a nosotros mismos y a los demás, si hemos comprendido lo que significa ser cristianos; si somos realmente cristianos, imitadores y seguidores de Jesús.

Nuestros hermanos los hombres están, por causa del pecado, llenos de dolores y miserias, y la iglesia, como cuerpo de Cristo, no puede menos que sentirse conmovida por su sufrimiento. Pero la simpatía no basta. La iglesia ha de tratar de hacer algo para mitigar tanto dolor y ayudar a la gente no solo a ser salva, sino también más feliz aquí y ahora.

Por eso, la iglesia debe incluir dentro de su misión la asistencia social así como planes de desarrollo para que la gente pueda salir de su situación de emergencia social. Incluso, dentro de la medida de lo posible, y sin desvirtuar el sentido de su misión ni utilizar principios y métodos ajenos al espíritu amoroso y pacífico del cristianismo (como hacen algunas corrientes del cristianismo actual), los miembros de iglesia deben contribuir al cambio político que logre revertir las estructuras humanas injustas mientras se atiende políticamente a los más necesitados.

 

Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2015
“El tesoro escondido” Por: Pablo Claverie






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